viernes, 9 de septiembre de 2011

Sarmiento un visionario del siglo XXI

Fue estadista, educador, escritor, presidente de la Nación y periodista; su obra literaria fue una de las más bellas del continente, y las modernas ideas sobre la educación lo convirtieron en el padre de la escuela gratuita y libre para todos

A 200 años de su nacimiento, la vigencia del legado de Domingo Faustino Sarmiento permanece casi intacto si de progreso, república democrática y excelencia educativa para todos los niveles se trata. "Sarmiento es un hombre con mucha mística que vivió en el siglo XIX y fue un visionario del siglo XXI. Asombra la vigencia de su pensamiento y de su conducta ética", resume la historiadora Felicitas Luna al referirse al "maestro de América", que hoy será recordado con distintas ceremonias en todo el país.

Historiadores, políticos, sociólogos y escritores coinciden en pleno siglo XIX en destacar la figura de Sarmiento, que en su larga vida -murió los 77 años- brindó al país ideas modernas sobre infraestructura y sobre educación, pilares para el desarrollo del país. Para el historiador Rodolfo Terragno, "hay que hacer como los cartoneros, que revuelven la basura para encontrar lo mejor. El basurero de la Historia está lleno vicios y pecados de los próceres. Pero, en el caso de Sarmiento, sólo cabe sacar de la bolsa su monumental y vigente concepto de la educación popular".

El ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, encabezará hoy los actos que conmemorarán los 200 años del nacimiento de Sarmiento. Será, a las 9, frente a la casa donde nació, el 14 de febrero de 1811 (fue bautizado el 15). Participarán el gobernador de San Juan, José Luis Gioja; el ministro de Educación de Chile, Joaquín Lavín, y 4000 abanderados de escuelas de esa provincia y de otras fundadas por Sarmiento en el país.

El gobierno porteño realizará un acto en la plaza Sicilia, en las avenidas del Libertador y Sarmiento, a las 11.15, encabezado por el jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta, y el ministro de Educación, Esteban Bullrich.

En rigor, el sanjuanino recibirá honores en todo el país y en el exterior, como en Chile (donde estuvo exiliado gran parte de su vida), en Uruguay (país que adoraba) y en Paraguay, donde murió en compañía de su gran amor, Aurelia Vélez Sarsfield. Por ella sabemos que todo sucedió en un pequeño cuarto de hotel de Asunción y que una de sus últimas frases fue: "Siento que el frío del bronce me invade los pies".

Esta y otras interesantísimas anécdotas están descriptas en el Nuevo diccionario biográfico argentino, de Vicente Osvaldo Cutolo. Allí también se describe el encuentro de Sarmiento con José de San Martín en Francia, en 1846. Un año después, cuando fue nombrado integrante del Instituto Histórico de Francia (uno de los idiomas a los que se tradujo Facundo), pronunció una conferencia sobre San Martín y Bolívar donde, según Cutolo, "reveló el secreto de Guayaquil, es decir, los antecedentes y las consecuencias de la famosa entrevista obtenidos en sus largas charlas con el Libertador".

Ayer, Bullrich dirigió un comunicado a los maestros y alumnos, en el que detalla: "Sarmiento y educación son sinónimos. Porque mientras su historia de político y gobernante puede discutirse, el educador debe vivir en el respeto de todos. En este aniversario hay dos aspectos excepcionales de Sarmiento que quiero señalar. Primero, como creador obsesivo de la escuela pública argentina. Como alguien dijo, en este ideal «acumuló la firmeza de su carácter, la integridad de su honradez y la pujanza de su inteligencia». En segundo lugar, precisamente el tema de la honradez. No concibió gloria ni fortuna sino por los caminos de la rectitud e integridad".

Sarmiento, que vivió casi la mitad de su vida exiliado en Chile, ejerciendo el periodismo, estudiando inglés en soledad, escribiendo libros memorables y viajando por el mundo para traer al país las últimas innovaciones en todo, fue un hombre contradictorio.

Según Cutolo y el invaluable archivo de LA NACION, este héroe indiscutido apoyó la posesión del estrecho de Magallanes a manos de los chilenos y a la vez peleó una guerra sin cuartel contra Juan Manuel de Rosas; fue un estratego fundamental en la historia de la educación nacional mucho antes de ser presidente; abrazó ideologías contradictorias, como unitarios y federales, y creyó en el progreso como un poseso sin sosiego.

Un repaso por su biografía cuenta que supo que había sido elegido presidente de la Nación en la ciudad brasileña de Pernambuco: él volvía de los Estados Unidos y el capitán de un barco de guerra norteamericano le dio la noticia. Para cuando llegó a Bahia, lo recibieron como al primer mandatario argentino, es decir, con la salva de 21 cañonazos.

Sarmiento extendió la red de ferrocarriles, implantó el telégrafo en todo el país y lo puso en comunicación con los Estados Unidos y Europa a través de un cable submarino, mandó abrir caminos, postas, impuso el sistema métrico decimal, promovió la navegación de los ríos, proyectó la construcción del puerto de Buenos Aires, "estimuló el progreso industrial -dice Cutolo- mediante premios e incentivos económicos, alentó la mecanización agrícola, recomendó la introducción de nuevas industrias y la división de latifundios, entre otras cosas".