
En el museo metropolitano ocurre un hecho desconcertante, roban una estatua antigua.
Nadie se había percatado, hasta que el guardia realiza su recorrido diario y pudo observar que faltaba LA ESTATUILLA DE LA GUERRA CIVIL.
De inmediato llamó al dueño, el señor Osvaldo Duarte, quien urgentemente llamo a la policía, la cual se presentó acompañada por un detective, Juan Lobo.
Este señor, comenzó a investigar el hecho y preguntó a Duarte quienes eran los interesados en esa estatuilla.
El señor Duarte dio algunos nombres. Entre ellos estaba la señora Marta Garcia, el señor Eduardo González, y la más sospechosa, Lucia Juarez debido a que era una coleccionista de estatuillas antiguas y estaba dispuesta a pagar cualquier precio por ella.
Además, el museo una y otra vez había rechazado sus ofertas.
El detective comenzo investigando a la señora Marta Garcia y la siguió a todas partes, incluso hasta su casa.
La vio entrar en un galpón, esperó quince minutos y la vio salir con un paquete enorme en una actitud sospechosa.
La mujer volvió a entrar en la casa y abrió el paquete. Era un adorno para su chimenea. La señora Garcia era inocente.
Lobo luego se dedico a investigar al señor Gonzalez, también lo siguio hasta un bar que frecuentaba siempre y vio como se sentó en un lugar en actitud de esperar a alguna persona.
Luego de unos minutos llegó la señora Juarez.
El detective sorprendido siguió observando hasta que, Gonzalez y Juarez salieron del bar y se dirigieron hacia la casa de Gonzalez.
Lobo desde una ventana vigilaba, cuando vio que Eduardo se dirigió al guardarropa de su habitación y saco la estatuilla.
Gonzalez y Juarez se negaron a cooperar, la policía entró por la fuerza y hubo forcejeo pero lograron rescatar la obra de arte.
La justicia decidio que Lucia Juarez y Eduardo Gonzalez fueran a la cárcel.
En cuanto a la estatuilla, fue devuelta al museo metropolitano.